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Nota: Este documento es utilizado, exclusivamente, como texto escolar de consulta. El objetivo es facilitar el acceso a la información y garantizar los procesos de aprendizaje.
Existe
una estrecha relación entre el desarrollo económico, las decisiones políticas y
las reformas sociales. Estas últimas son consideradas como una forma de
enfrentar los desajustes producidos por el desarrollo económico. En otras
palabras, las reformas sociales buscan disminuir el impacto generado por el
crecimiento económico. No obstante, las determinaciones para su aplicación
obedecen exclusivamente a la esfera de la política, entendida como el escenario
de confrontación y negociación de las contradicciones sociales.
A
lo largo del siglo XX América Latina se vio enfrentada a la necesidad de
articular sus estructuras económicas a la economía internacional. Durante este
proceso surgieron contradicciones y conflictos de carácter social, pues el
crecimiento económico se priorizó sobre el bienestar de la población.
Definir qué es una reforma social es algo complejo, pues
esta se encuentra estrechamente relacionada con concepciones de carácter
ideológico, político y económico. Para cada actor social, la naturaleza de una
reforma de carácter social puede variar sustancialmente.
Acercándonos a una
definición lo más amplia posible, podríamos señalar que las reformas sociales
son medidas de carácter político que apuntan a mejorar la eficacia, la calidad
y la igualdad en el acceso a servicios y bienes considerados fundamentales para
la sociedad, como la salud, la educación, el acceso a la tierra, el acceso a la
propiedad y a la calidad del trabajo.
Por su parte, las reformas económicas son medidas de
carácter teórico o instrumental, que buscan regularizar el funcionamiento de la
economía, independiente de los efectos que estas medidas puedan tener en la
sociedad. Como la palabra lo expresa, estas medidas son tomadas estrictamente
en términos económicos y, al igual que las reformas sociales, este tipo de
reformas depende en buena medida de elementos de carácter ideológico y político
que determinan sus propósitos y sus alcances.
Tipos de reformas
Existen diversos
tipos de reformas, dependiendo de su calidad, profundidad y duración.
Hablaríamos en principio de tres tipos, dependiendo de su manifestación en el
tiempo:
Las reformas estructurales. Son reformas que afectan las partes más profundas
de la sociedad, y que implican cambios fundamentales en los modelos económicos
y productivos, como también en las formas de entender a la sociedad y su
desarrollo.
Las reformas graduales. Se producen en largos lapsos de tiempo, buscando
disminuir los efectos del impacto de su aplicación. Se relacionan con
decisiones políticas de largo plazo y que afectan a la estructura económica.
Las reformas de choque. Son medidas implantadas para hacer frente a crisis inesperadas
o momentáneas que urgen una solución inmediata. Generalmente estas medidas son
de carácter temporal y de corta duración.
El sentido de las reformas
Los impactos de las
reformas, positivos o negativos, son relativos respecto a la perspectiva con
que se contemple. Muchas reformas que son positivas para la economía resultan
afectando de manera negativa a la sociedad, o puede darse el caso contrario.
La valoración de
los efectos de las reformas es un problema de carácter político, aunque en
términos generales, los organismos internacionales coinciden en unos principios
básicos: estas deben apuntar a alcanzar la equidad, tanto en el acceso a los servicios
y bienes, como a la ampliación de los beneficios económicos y sociales, y, como
se estableció en el programa llamado Los
objetivos del desarrollo del milenio, las reformas deben apuntar, entre
otras muchas cosas, a disminuir la pobreza y marginalidad social.
Las reformas sociales
Desde hace muchos
años es claro que uno de los principales problemas en América Latina tiene que
ver con la distribución de la riqueza. La pobreza en nuestro continente, a
diferencia de otros lugares del mundo, no es producida por una deficiencia en
la capacidad productiva o por los limitados recursos económicos o naturales con
los que se cuenta, sino que se origina en sistemas inequitativos de
acumulación, que hacen que la riqueza generada no llegue a todos los habitantes
de una nación determinada.
Ante esta
situación, diversos organismos internacionales y académicos han venido recomendando
reformas que permitan a los ciudadanos acceder a servicios y bienes básicos
para su subsistencia. No obstante, la gran mayoría de estas reformas siguen sin
ser llevadas a cabo. Una explicación de ello, tiene que ver con el hecho de que
las decisiones políticas se encuentran relacionadas con intereses económicos, y
que las reformas sociales que se necesitan con urgencia no tienen prioridad
frente a otros temas tales como la regularización de los mercados, el control
de la inflación, la preservación de las cuotas de exportación y, en general,
los indicadores económicos, sobre las condiciones reales de los habitantes.
Esto significa que se ha privilegiado el crecimiento y la estabilidad
económica, con inmensos costos sociales que podrían ser menguados a través de
reformas sociales. Es un hecho que en los últimos cincuenta años la economía se
ha transformado más allá de sus expectativas. Hoy nos vemos abocados a procesos
globalizadores que hacen que, lo que los economistas llaman
"interdependencia económica': determine la capacidad de un Estado para realizar
ajustes en sus estructuras económicas. En otras palabras, hoy por hoy, un
Estado es menos libre de tomar decisiones autónomas respecto a determinaciones
económicas que afecten a sus ciudadanos.
Clasificación de las reformas
Las reformas se
clasifican en: "desde arriba hacia abajo" y "de abajo hacia
arriba':
Desde arriba hacia abajo. Son aquellas que se efectúan por disposición de los
gobiernos o de sus funcionarios, a través de un acto legislativo y con las
debidas aprobaciones exigidas por las instancias de los Estados (Congreso,
Corte Constitucional, Consejo de Estado, etc.). Un ejemplo de este tipo de
reformas es el que se efectuó a nivel educativo en Colombia con la Constitución
de 1991. Dicha reforma promovió, desde las instancias gubernamentales, la
modernización de la educación en todos los niveles.
Desde abajo hacia arriba. Son aquellas que se efectúan por iniciativa del
pueblo para solucionar una necesidad de primer orden. Estas reformas son luego
apoyadas por los gobiernos y, por lo general, buscan ser aplicadas en otros
espacios territoriales. Un ejemplo de este tipo de reformas, es el que se
efectuó en El Salvador, con el programa educativo Educación con participación de la comunidad, Educo. Esta reforma
educativa nació de la experiencia de los poblados campesinos que estaban en
zonas de conflictos. En estas comunidades, la educación tenía una forma autónoma
y sin injerencia estatal, contrataban a los maestros para que enseñaran a sus
hijos. Posteriormente, este modelo fue recuperado por las políticas educativas y
se extendió luego a toda la zona rural y, finalmente, a las zonas urbanas.
Aunque esta
clasificación de las reformas sociales son las más aplicadas en Latinoamérica,
los estudios muestran que estas distinciones no son absolutas. La experiencia
de El Salvador, por ejemplo, fue implementada y generalizada gracias a la
acción decidida del Ministerio Central que, a su vez, contó con un ministro estable
y de gran prestigio en el país. De este modo, lo de arriba y abajo son más bien
momentos del ciclo de formulación y ejecución de políticas.
Movimientos sociales en América Latina
A lo largo de la
historia, los movimientos sociales
de Latinoamérica tuvieron una fuerte influencia anarquista, principalmente
italiana y española, de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Estos
inmigrantes anarquistas se dirigieron hacia zonas rurales y urbanas formando
las primeras levas de movimientos obreros, que eran básicamente artesanos y
trabajadores de pequeñas actividades económicas. A partir de los años veinte,
la expansión de las manufacturas en la región creó condiciones para el surgimiento
de un proletariado más industrial, que tuvo su pleno desarrollo durante la
década del treinta. Posteriormente, se creó un clima político favorable a la
huelga general como forma de lucha principal. A través de estas huelgas generales,
los obreros, campesinos y artesanos, buscaban reivindicaciones como la reducción
de la jornada laboral a ocho horas, ajustes salariales y mejoramiento en las
condiciones de trabajo y de vida. Sin embargo, muchas de estas huelgas fueron reprimidas
por parte de algunos gobiernos latinoamericanos, impidiendo que los movimientos
obreros y campesinos pudieran acumular suficientes fuerzas. La Revolución rusa de 1917 se convertiría
en el referente para los movimientos sociales.
El movimiento campesino y obrero
Durante años, los
campesinos latinoamericanos sufrieron una fuerte dominación por parte de los
propietarios de la tierra quienes los sometían a condiciones extremamente
negativas de cultivo y organización. Solamente las comunidades indígenas
poseían los medios para auto dirigirse, a pesar de las represiones que
sufrieron históricamente. Ellos fueron la cabeza de una insurrección popular
que fue una referencia fundamental en toda la región: la Revolución Mexicana de 1910, que tendría una base campesina extremamente
significativa. Fue a partir de los años veinte y treinta, que los movimientos
campesinos llegaron a tener un auge relativamente importante en América Central
cuando ya existía una explotación de campesinos asalariados directamente subordinados
a empresas norteamericanas que los organizaban en las actividades exportadoras.
En esta región se formaron bases de lucha por la reforma agraria que, debido a
la fuerte presencia estadounidense, se mezclaron con las luchas nacionales
contra la dominación norteamericana. Este es el caso del sandinismo, de las
revoluciones de El Salvador y de las huelgas de masas cubanas.
Por su parte, el
movimiento obrero latinoamericano ha sido el otro sostén de las fuerzas
populares en el continente y encuentra su base material en la primera ola de
industrialización durante la primera década del siglo XX. Podemos decir que se
consolida como movimiento en los años veinte, es decir, desde la Revolución rusa
de 1917. Hasta los años treinta, los movimientos
obreros van a definir una plataforma de reivindicaciones de los movimientos
sociales de la región, de ahí la importancia de la Revolución mexicana. Durante
los años cuarenta se empieza a consolidar el fenómeno del populismo. En el caso
de Chile, durante el gobierno del Frente
Popular, que era compuesto abiertamente por partidos de izquierda: el Partido
Socialista, el Partido Radical de origen más democrático y los comunistas. La
unidad entre socialistas y comunistas se va a colocar solo en los años
cincuenta, en un momento crucial en 1952, con la primera candidatura de Allende.
La Alianza entre la Unión Soviética y los EE.UU. durante la Segunda Guerra
Mundial, se prolonga hasta 1947 cuando la política de la Guerra Fría transforma
a los aliados en enemigos, a partir de este momento EE.UU. se convierte en
enemigo de los comunistas. En esta misma época surgió la declaración de Cuba
como una República Socialista en 1962.
Economía latinoamericana a partir de los años
cincuenta
Hasta mediados del
siglo XX el crecimiento económico, producto de las exportaciones de materias
primas, se mantuvo constante y permitió la consolidación de procesos
modernizadores que se impulsaron desde los Estados latinoamericanos. Entre los efectos de crecimiento económico tenemos
el crecimiento de las ciudades, debido a la migración y al crecimiento
demográfico. En algunos países como Argentina, Chile y Brasil, la tecnificación
del campo y la expansión de los cultivos generaron un repunte importante en el
nivel de la calidad de vida. En otros países como Perú, Ecuador y Colombia, el
desarrollo económico se sectorizó en torno a polos urbanos que jalonaron el
crecimiento, mientras que algunas regiones se mantuvieron en condiciones
económicas marginales.
El crecimiento de
los países latinoamericanos estuvo estrechamente ligado a los efectos de la
Segunda Guerra Mundial, que generó una importante demanda de materias primas y
que, ante el descenso de la producción europea, permitió que las industrias
nacionales crecieran, gracias a los procesos de sustitución de importaciones. Las naciones latinoamericanas
encontraron, en este proceso, una manera de sostenerse económicamente y de alcanzar
un grado de industrialización importante.
La década perdida
Hasta los años
setenta el crecimiento fue sostenido y relativamente estable, sin embargo, para
los años ochenta, una confluencia de factores internacionales hizo que el
crecimiento se frenara y que incluso, en muchos lugares, decayera. A este período
se denominó "la década perdida" de América Latina.
Entre las razones
más importantes de este fenómeno tenemos:
·
Los países latinoamericanos debieron endeudarse para realizar ajustes en la inserción económica
luego de la Segunda Guerra Mundial. Entre tanto, el alto costo de los intereses
de la deuda obligó a los países latinoamericanos a endeudarse nuevamente para
cumplir con los pagos de los intereses. Esto produjo un descenso evidente en el
producto interno bruto.
·
Se redujo el consumo interno, lo que debilitó la inversión extranjera e hizo que
los capitales nacionales salieran, originando lo que se conoció como fuga de
capitales.
·
Ante la reducción
en la demanda de materias primas, las
exportaciones decayeron, mientras que el aumento del dólar encareció las
importaciones.
Un resultado complejo
La crisis económica
que caracterizó a América Latina en estos años, trajo consigo una serie de consecuencias inevitables que se harían
manifiestas en el escenario político. Por un lado, se incrementó la protesta social de los sectores más
pobres y marginados, quienes fueron los directamente afectados debido a la
reducción del gasto social por parte de los Estados, y por otro, se cerraron
los espacios políticos para la negociación de los conflictos. Los niveles de
represión aumentaron y se dio el nombre de "orden
público" a las manifestaciones de insatisfacción de los ciudadanos.
Política latinoamericana a partir de los años
cincuenta
Si bien el
crecimiento económico latinoamericano estuvo marcado por la prosperidad en
algunos de sus campos económicos, principalmente en el de las exportaciones, el
desarrollo político fue más complejo
y variado, y estuvo claramente determinado por un alineamiento político de
carácter continental, liderado por los Estados Unidos.
El crecimiento
económico no significó una mejora de la calidad de vida de os trabajadores y
campesinos latinoamericanos. Por el contrario, estos debieron organizarse en
movimientos para la defensa de sus derechos y exigencias, pero fueron duramente
reprimidos. En este contexto se produjo la aparición de las dictaduras latinoamericanas, que
permitieron, por un lado, que las ideas marxistas y socialistas se difundieran
rápidamente entre las clases proletarias, y por otro, que la consolidación de
burguesías nacionales condujera a una postura marcadamente anticomunista y
beligerante.
La instauración de
regímenes militares, muchos de ellos apoyados por los norteamericanos y por las
burguesías latinoamericanas, estuvo a la orden del día, y las dictaduras fueron
sin duda la característica más notable de la política en estos tiempos.
Populismo y dictaduras
La represión de
movimientos de carácter popular y de partidos políticos con tintes
nacionalistas generó reacciones diversas. Una de ellas, el populismo, que surgió como una extraña mezcla de socialismo
moderado, catolicismo ortodoxo y autoritarismo militar. La figura de Juan Domingo Perón en Argentina
encarnaría esta tendencia política que tuvo en América Latina a varios
seguidores de su modelo, como Getulio Vargas en Brasil e incluso Gustavo Rojas Pinilla en Colombia.
El éxito del
populismo fue posible en cuanto pretendió menguar las condiciones de pobreza de
las clases trabajadoras a través de una serie de políticas que buscaban más el
favor popular que la solución de fondo de los conflictos sociales. De esta
manera este modelo político ganó a las masas populares para sí, debilitando los
procesos de formación de movimientos sociales más sólidos que buscaran
reivindicaciones de carácter estructural.
Una reacción un
poco diferente fue la de los militares que, apoyados por los Estados Unidos
accedieron al poder mediante golpes de Estado, y desde allí implantaron
regímenes autoritarios con marcado acento anticomunista, de persecución y
represión de los movimientos sociales, como en los casos de Chile, Argentina,
Uruguay y Paraguay.
En algunos otros
países, los sistemas de partidos y electorales pervivieron, como en el caso de
México y Colombia, pero allí, las burguesías industriales controlaron la
política a través de estrategias de represión y de disolución de los
movimientos sociales a través de su cooptación. Por ejemplo, en Colombia se
crearon, en la década de los años 30, dos grandes sindicatos controlados por el
partido liberal y el conservador, con el fin de debilitar el movimiento
sindical de izquierda. En México, por su parte, el Partido Revolucionario
Institucional se apropió de las banderas sociales y la memoria de la revolución
de 1910 para debilitar los movimientos políticos de izquierda.
Los años noventa: neoliberalisrno y desigualdad
La respuesta a la
crisis económica de los años ochenta devino en la aplicación de políticas
neoliberales, impulsadas desde Estados Unidos, y que se constituyeron en una
imposición que, paulatinamente terminó por aplicarse en toda América Latina.
El modelo neoliberal proviene de una
corriente radical del liberalismo económico, y es defendida por economistas que
consideran que el mercado, como fenómeno humano, tiene unas leyes
incontrovertibles, y que han de ser estas las que gobiernen a las sociedades
humanas.
Si bien esta
corriente tuvo una amplia difusión y aplicación desde los años setenta del siglo
XX, su origen se encuentra en la doctrina del librecambio del siglo XIX. Los principios
generales del neoliberalismo se pueden resumir como sigue:
•El mercado está
regulado por leyes de oferta y demanda, que son las que deben prevalecer y
gobernar la actividad económica.
•Los Estados deben
asegurar y garantizar el funcionamiento de estas leyes, a través de la no
intervención económica, en decir, que la economía debe ser liberada de las
decisiones políticas. Para ello, uno de los principales argumentos es el de la reducción
de la influencia del Estado en la esfera económica, y la disminución del tamaño
del Estado, para hacerlo más eficiente y funcional.
•Se deben limitar
todas aquellas trabas que no permiten que las leyes del mercado funcionen
libremente, es decir, todas aquellas normas y estatutos que otorgan al Estado
el control de la economía y la resolución de los conflictos laborales y económicos.
En Latinoamérica el
neoliberalismo hizo presencia desde los años setenta, particularmente vinculado
con regímenes políticos militaristas, como en el caso de Chile, Bolivia y
Argentina, pero en los años noventa se expandiría al resto de países latinoamericanos.
Los efectos del neoliberalismo
Los efectos del
neoliberalismo, en términos generales, han sido controversiales en Latinoamérica.
Mientras sus defensores argumentan que ha permitido la acumulación de riqueza y
la transformación económica, gracias a procesos de renovación tecnológica y de
reconversión industrial, sus críticos señalan la evidente desmejora de las condiciones
de vida de los trabajadores, el incremento de la pobreza, la fragilidad de las
economías nacionales y una propensión al ejercicio autoritario del poder.
Uno de los puntos
críticos en este debate es el que se refiere a las responsabilidades sociales
del Estado frente a los ciudadanos. Para los defensores de la reducción del
Estado es claro que la ineficacia y el tamaño exagerado de las empresas del
Estado limitaban su capacidad de acción y de respuesta frente a las demandas de
la sociedad.
Para los
detractores del neoliberalismo, este hecho no significó otra cosa que la
pérdida de la soberanía del Estado y de su responsabilidad social. La entrega a
empresas privadas que no tienen ninguna responsabilidad sino con la generación
de riqueza, fue para ellos uno de los peores errores políticos. Pero otro punto
más sensible se refiere a la responsabilidad del Estado en la garantía de los
derechos de los ciudadanos a servicios básicos tales como la educación y la
salud.
La pobreza en
América Latina
Más allá del debate
sobre los efectos positivos o negativos del neoliberalismo en América Latina,
se encuentra el hecho innegable de la desmejora en las condiciones sociales y
de los niveles de vida de buena parte de la población, de manera especial, a
partir de los años noventa.
De acuerdo con el
informe de la CEPAL para el año 2008, el 33,2% de la población de América
Latina vive en condición de pobreza; es decir, unos 182 millones de personas.
De estos, la tercera parte, unos 60 millones, vive en condición de pobreza extrema,
es decir, en la indigencia. Si bien este índice es inferior al registrado en década
de los noventa, sigue siendo extremadamente alto para el total de la población,
que se acerca a los 300 millones. En otras palabras, más de la mitad de los
habitantes de América Latina es pobre.
De acuerdo con el
informe anterior, los países más pobres de Latinoamérica son Haití, Honduras,
Nicaragua, Bolivia y Paraguay y los menos pobres son México, Brasil y Chile.
Sin embargo, estos datos no son del todo exactos, pues el 40% de la población
latinoamericana que es extremadamente pobre vive en Brasil (15 millones) yen México
(más de 5 millones que viven con menos de un dólar al día).
Si bien, en estos
últimos cinco años la cantidad de pobres en la región disminuyó 9,9%, es decir,
hay 37 millones de pobres menos, y la pobreza extrema decreció un 6,8% (29 millones
de indigentes menos), la desigualdad sigue siendo el principal problema: el 10%
de los más ricos ganan más de 17 veces lo que gana el 40% de los hogares más pobres.
El panorama para el
futuro inmediato, sin embargo, no es nada halagüeño. La crisis económica que se
ha abatido sobre los Estados Unidos y otras partes del mundo, ya empieza a
golpear a algunos países de América Latina, lo que significa que a pesar de os
altos índices de pobreza, esta es susceptible de seguir avanzando.
Tratados de libre comercio: economía y globalización
A partir de los años noventa el proceso de globalización de la economía
condujo a priorizar el establecimiento de tratados económicos multilaterales
entre los distintos Estados. La conformación de Unión Europea presionó a las
demás regiones del mundo a establecer este tipo de tratados.
En los primeros años de la década
de los noventa se firmó el tratado entre México, Canadá y los Estados Unidos,
conocido como NAFTA. En 1994, cuando
debía entrar en vigencia, una guerrilla indígena mexicana emergió a la luz
pública, denunciando el estado de abandono en el que se encontraba el sur del
país. Mientras México se aprestaba a ingresar al círculo de países
desarrollados, las denuncias mostraban una cara opuesta: la miseria, el hambre,
la violencia y el abandono de una de las regiones más ricas del país, señalaban
que el modelo económico mexicano estaba en crisis.
A partir del año 2000, la mayoría
de países latinoamericanos establecieron una agenda cuya prioridad fue la firma
de tratados de libre comercio con
Estados Unidos. Algunos de estos tratados fueron ratificados, sin embargo,
muchos otros fracasaron por razones diversas, entre otras, la presión política
ante la inequidad de los acuerdos, o por la presión de sectores políticos
respecto a problemas con derechos humanos.
Mercosur, o la emergencia de una alternativa económica
La llegada al poder de la
izquierda en Argentina, Venezuela, Brasil, Bolivia, Paraguay, Ecuador y
Uruguay, en los primeros años del segundo milenio, condujo a una redefinición
en los términos de los acuerdos económicos. En abierto desafío a las políticas
norteamericanas del presidente Bush, estas naciones decidieron establecer un
acuerdo entre los países latinoamericanos que permitiera hacer contrapeso a los
tratados antes firmados.
El propósito fundamental del
Mercosur ha sido el de ampliar las posibilidades del intercambio de bienes y de
servicios, la libre circulación de ciudadanos, el establecimiento de acuerdos
multilaterales de seguridad y la coordinación de políticas macroeconómicas entre
los países.
La idea de crear una alternativa
al TLC ofrecido por los Estados Unidos ha generado expectativas entre muchos de
los países miembros, pues las condiciones de crecimiento económico no son tan
claras. Estos países comparten altos índices de pobreza y el consumo, que es
uno de los elementos fundamentales de las condiciones de mercado, no se
encuentra garantizado. Otro asunto se refiere a las directrices políticas, pues
a pesar de cierta afinidad entre los estados miembros, es clara la presencia de
serias diferencias en temas como la política internacional Mercosur encarna
para muchos, un reto que puede ser interesante en el mediano plazo, si se le ve
como un paso importante en la idea de la unidad latinoamericana. Sus defensores
señalan que si la Unión Europea, luego de sufrir dos sangrientas guerras entre
sus Estados miembros pudo superar sus diferencias, en América Latina esto ha de
ser mucho más fácil. Solo el tiempo dirá si el optimismo de estas aseveraciones
es justificado.
Democracia y reformas en América Latina
A partir de la
década de los años noventa, se consolidó la presencia de gobiernos democráticos
en la región, donde prácticamente todos los países latinoamericanos contaban
con gobiernos de carácter democrático y elegidos a través de las urnas. Esta situación
contrastaba con la década inmediatamente anterior, cuando fueron pocos los
países que escaparon de las dictaduras militares y de los gobiernos
totalitarios, amparados por políticas continentales.
La consolidación de
la democracia en los últimos años ha
marcado un cambio importante en la manera de entender a Latinoamérica en el
presente. Luego de cerca de cincuenta años de indeclinables posturas liberales
de derecha, buena parte del continente ha girado hacia gobiernos de izquierda,
de carácter popular y nacionalista. Este nuevo escenario ha significado cambios
drásticos en las relaciones globales de Latinoamérica frente a los Estados
Unidos, y en las relaciones entre los Estados mismos.
El desafío de la izquierda
La creciente
influencia de políticas económicas de orden nacionalista, y en cierta medida proteccionistas,
son resultado de los fracasos de los modelos neoliberales impuestos en años anteriores,
que minaron profundamente la fortaleza de las estructuras de los Estados. No
obstante, estos procesos se constituyen en una dura prueba para la izquierda
latinoamericana que, salvo la experiencia de Cuba desde 1959 y luego de Nicaragua
entre 1979 y 1988, sin contar con el fugaz gobierno de Salvador Allende, nunca
ha gobernado exclusivamente desde las urnas y con el voto popular.
Este desafío se
manifiesta aún más exigente por cuanto la izquierda ha abogado por la
aplicación de reformas de carácter social, que en muchas ocasiones llegaron a
ser consideradas radicales y peligrosas para una economía de mercado.
La pregunta
fundamental en la actualidad es si estos gobiernos de izquierda radicalizarán
sus posiciones hacia un socialismo de Estado, muchas veces defendido, o se
mantendrán más cercanas a la socialdemocracia.
Reacción al neoliberalismo: Reformas sociales giro a
la izquierda
A partir del año
2000, el panorama político en América Latina empezó a transformarse
radicalmente. La difícil situación económica y el debilitamiento de las
estructuras del Estado condujeron a la emergencia de movimientos de izquierda y
de centro izquierda que han ido copando el panorama político.
Esta situación ha
generado una transformación en las relaciones económicas latinoamericanas hacia
el exterior, y el afianzamiento de movimientos de carácter nacionalista y
popular.
Recursos:
Mapas conceptuales, diagramas, croquis, esquemas...
Taller:
- Hacer la lectura de la unidad.
- Elaborar, a partir del cuadro de temas, los mapas conceptuales correspondientes a cada tema.
Recursos:
Mapas conceptuales, diagramas, croquis, esquemas...
CmapTools es una herramienta para confeccionar esquemas conceptuales. El objetivo del CmapTools consiste en presentar gráficamente conceptos teóricos.