lunes, 4 de febrero de 2013

REFORMAS SOCIALES EN AMERICA LATINA

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Nota: Este documento es utilizado, exclusivamente, como texto escolar de consulta. El objetivo es facilitar el acceso a la información y garantizar los procesos de aprendizaje.






Economía, política y reformas sociales

Existe una estrecha relación entre el desarrollo económico, las decisiones políticas y las reformas sociales. Estas últimas son consideradas como una forma de enfrentar los desajustes producidos por el desarrollo económico. En otras palabras, las reformas sociales buscan disminuir el impacto generado por el crecimiento económico. No obstante, las determinaciones para su aplicación obedecen exclusivamente a la esfera de la política, entendida como el escenario de confrontación y negociación de las contradicciones sociales.

A lo largo del siglo XX América Latina se vio enfrentada a la necesidad de articular sus estructuras económicas a la economía internacional. Durante este proceso surgieron contradicciones y conflictos de carácter social, pues el crecimiento económico se priorizó sobre el bienestar de la población.

¿Qué son las reformas sociales?

Definir qué es una reforma social es algo complejo, pues esta se encuentra estrechamente relacionada con concepciones de carácter ideológico, político y económico. Para cada actor social, la naturaleza de una reforma de carácter social puede variar sustancialmente.

Acercándonos a una definición lo más amplia posible, podríamos señalar que las reformas sociales son medidas de carácter político que apuntan a mejorar la eficacia, la calidad y la igualdad en el acceso a servicios y bienes considerados fundamentales para la sociedad, como la salud, la educación, el acceso a la tierra, el acceso a la propiedad y a la calidad del trabajo.

Por su parte, las reformas económicas son medidas de carácter teórico o instrumental, que buscan regularizar el funcionamiento de la economía, independiente de los efectos que estas medidas puedan tener en la sociedad. Como la palabra lo expresa, estas medidas son tomadas estrictamente en términos económicos y, al igual que las reformas sociales, este tipo de reformas depende en buena medida de elementos de carácter ideológico y político que determinan sus propósitos y sus alcances.

Tipos de reformas

Existen diversos tipos de reformas, dependiendo de su calidad, profundidad y duración. Hablaríamos en principio de tres tipos, dependiendo de su manifestación en el tiempo:

Las reformas estructurales. Son reformas que afectan las partes más profundas de la sociedad, y que implican cambios fundamentales en los modelos económicos y productivos, como también en las formas de entender a la sociedad y su desarrollo.

Las reformas graduales. Se producen en largos lapsos de tiempo, buscando disminuir los efectos del impacto de su aplicación. Se relacionan con decisiones políticas de largo plazo y que afectan a la estructura económica.

Las reformas de choque. Son medidas implantadas para hacer frente a crisis inesperadas o momentáneas que urgen una solución inmediata. Generalmente estas medidas son de carácter temporal y de corta duración.

El sentido de las reformas

Los impactos de las reformas, positivos o negativos, son relativos respecto a la perspectiva con que se contemple. Muchas reformas que son positivas para la economía resultan afectando de manera negativa a la sociedad, o puede darse el caso contrario.

La valoración de los efectos de las reformas es un problema de carácter político, aunque en términos generales, los organismos internacionales coinciden en unos principios básicos: estas deben apuntar a alcanzar la equidad, tanto en el acceso a los servicios y bienes, como a la ampliación de los beneficios económicos y sociales, y, como se estableció en el programa llamado Los objetivos del desarrollo del milenio, las reformas deben apuntar, entre otras muchas cosas, a disminuir la pobreza y marginalidad social.

Las reformas sociales

Desde hace muchos años es claro que uno de los principales problemas en América Latina tiene que ver con la distribución de la riqueza. La pobreza en nuestro continente, a diferencia de otros lugares del mundo, no es producida por una deficiencia en la capacidad productiva o por los limitados recursos económicos o naturales con los que se cuenta, sino que se origina en sistemas inequitativos de acumulación, que hacen que la riqueza generada no llegue a todos los habitantes de una nación determinada.

Ante esta situación, diversos organismos internacionales y académicos han venido recomendando reformas que permitan a los ciudadanos acceder a servicios y bienes básicos para su subsistencia. No obstante, la gran mayoría de estas reformas siguen sin ser llevadas a cabo. Una explicación de ello, tiene que ver con el hecho de que las decisiones políticas se encuentran relacionadas con intereses económicos, y que las reformas sociales que se necesitan con urgencia no tienen prioridad frente a otros temas tales como la regularización de los mercados, el control de la inflación, la preservación de las cuotas de exportación y, en general, los indicadores económicos, sobre las condiciones reales de los habitantes. Esto significa que se ha privilegiado el crecimiento y la estabilidad económica, con inmensos costos sociales que podrían ser menguados a través de reformas sociales. Es un hecho que en los últimos cincuenta años la economía se ha transformado más allá de sus expectativas. Hoy nos vemos abocados a procesos globalizadores que hacen que, lo que los economistas llaman "interdependencia económica': determine la capacidad de un Estado para realizar ajustes en sus estructuras económicas. En otras palabras, hoy por hoy, un Estado es menos libre de tomar decisiones autónomas respecto a determinaciones económicas que afecten a sus ciudadanos.

Clasificación de las reformas

Las reformas se clasifican en: "desde arriba hacia abajo" y "de abajo hacia arriba':

Desde arriba hacia abajo. Son aquellas que se efectúan por disposición de los gobiernos o de sus funcionarios, a través de un acto legislativo y con las debidas aprobaciones exigidas por las instancias de los Estados (Congreso, Corte Constitucional, Consejo de Estado, etc.). Un ejemplo de este tipo de reformas es el que se efectuó a nivel educativo en Colombia con la Constitución de 1991. Dicha reforma promovió, desde las instancias gubernamentales, la modernización de la educación en todos los niveles.

Desde abajo hacia arriba. Son aquellas que se efectúan por iniciativa del pueblo para solucionar una necesidad de primer orden. Estas reformas son luego apoyadas por los gobiernos y, por lo general, buscan ser aplicadas en otros espacios territoriales. Un ejemplo de este tipo de reformas, es el que se efectuó en El Salvador, con el programa educativo Educación con participación de la comunidad, Educo. Esta reforma educativa nació de la experiencia de los poblados campesinos que estaban en zonas de conflictos. En estas comunidades, la educación tenía una forma autónoma y sin injerencia estatal, contrataban a los maestros para que enseñaran a sus hijos. Posteriormente, este modelo fue recuperado por las políticas educativas y se extendió luego a toda la zona rural y, finalmente, a las zonas urbanas.

Aunque esta clasificación de las reformas sociales son las más aplicadas en Latinoamérica, los estudios muestran que estas distinciones no son absolutas. La experiencia de El Salvador, por ejemplo, fue implementada y generalizada gracias a la acción decidida del Ministerio Central que, a su vez, contó con un ministro estable y de gran prestigio en el país. De este modo, lo de arriba y abajo son más bien momentos del ciclo de formulación y ejecución de políticas.

Movimientos sociales en América Latina

A lo largo de la historia, los movimientos sociales de Latinoamérica tuvieron una fuerte influencia anarquista, principalmente italiana y española, de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Estos inmigrantes anarquistas se dirigieron hacia zonas rurales y urbanas formando las primeras levas de movimientos obreros, que eran básicamente artesanos y trabajadores de pequeñas actividades económicas. A partir de los años veinte, la expansión de las manufacturas en la región creó condiciones para el surgimiento de un proletariado más industrial, que tuvo su pleno desarrollo durante la década del treinta. Posteriormente, se creó un clima político favorable a la huelga general como forma de lucha principal. A través de estas huelgas generales, los obreros, campesinos y artesanos, buscaban reivindicaciones como la reducción de la jornada laboral a ocho horas, ajustes salariales y mejoramiento en las condiciones de trabajo y de vida. Sin embargo, muchas de estas huelgas fueron reprimidas por parte de algunos gobiernos latinoamericanos, impidiendo que los movimientos obreros y campesinos pudieran acumular suficientes fuerzas. La Revolución rusa de 1917 se convertiría en el referente para los movimientos sociales.

El movimiento campesino y obrero

Durante años, los campesinos latinoamericanos sufrieron una fuerte dominación por parte de los propietarios de la tierra quienes los sometían a condiciones extremamente negativas de cultivo y organización. Solamente las comunidades indígenas poseían los medios para auto dirigirse, a pesar de las represiones que sufrieron históricamente. Ellos fueron la cabeza de una insurrección popular que fue una referencia fundamental en toda la región: la Revolución Mexicana de 1910, que tendría una base campesina extremamente significativa. Fue a partir de los años veinte y treinta, que los movimientos campesinos llegaron a tener un auge relativamente importante en América Central cuando ya existía una explotación de campesinos asalariados directamente subordinados a empresas norteamericanas que los organizaban en las actividades exportadoras. En esta región se formaron bases de lucha por la reforma agraria que, debido a la fuerte presencia estadounidense, se mezclaron con las luchas nacionales contra la dominación norteamericana. Este es el caso del sandinismo, de las revoluciones de El Salvador y de las huelgas de masas cubanas.

Por su parte, el movimiento obrero latinoamericano ha sido el otro sostén de las fuerzas populares en el continente y encuentra su base material en la primera ola de industrialización durante la primera década del siglo XX. Podemos decir que se consolida como movimiento en los años veinte, es decir, desde la Revolución rusa de 1917. Hasta los años treinta, los movimientos obreros van a definir una plataforma de reivindicaciones de los movimientos sociales de la región, de ahí la importancia de la Revolución mexicana. Durante los años cuarenta se empieza a consolidar el fenómeno del populismo. En el caso de Chile, durante el gobierno del Frente Popular, que era compuesto abiertamente por partidos de izquierda: el Partido Socialista, el Partido Radical de origen más democrático y los comunistas. La unidad entre socialistas y comunistas se va a colocar solo en los años cincuenta, en un momento crucial en 1952, con la primera candidatura de Allende. La Alianza entre la Unión Soviética y los EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial, se prolonga hasta 1947 cuando la política de la Guerra Fría transforma a los aliados en enemigos, a partir de este momento EE.UU. se convierte en enemigo de los comunistas. En esta misma época surgió la declaración de Cuba como una República Socialista en 1962.

Economía latinoamericana a partir de los años cincuenta

Hasta mediados del siglo XX el crecimiento económico, producto de las exportaciones de materias primas, se mantuvo constante y permitió la consolidación de procesos modernizadores que se impulsaron desde los Estados latinoamericanos. Entre los efectos de crecimiento económico tenemos el crecimiento de las ciudades, debido a la migración y al crecimiento demográfico. En algunos países como Argentina, Chile y Brasil, la tecnificación del campo y la expansión de los cultivos generaron un repunte importante en el nivel de la calidad de vida. En otros países como Perú, Ecuador y Colombia, el desarrollo económico se sectorizó en torno a polos urbanos que jalonaron el crecimiento, mientras que algunas regiones se mantuvieron en condiciones económicas marginales.

El crecimiento de los países latinoamericanos estuvo estrechamente ligado a los efectos de la Segunda Guerra Mundial, que generó una importante demanda de materias primas y que, ante el descenso de la producción europea, permitió que las industrias nacionales crecieran, gracias a los procesos de sustitución de importaciones. Las naciones latinoamericanas encontraron, en este proceso, una manera de sostenerse económicamente y de alcanzar un grado de industrialización importante.

La década perdida

Hasta los años setenta el crecimiento fue sostenido y relativamente estable, sin embargo, para los años ochenta, una confluencia de factores internacionales hizo que el crecimiento se frenara y que incluso, en muchos lugares, decayera. A este período se denominó "la década perdida" de América Latina.

Entre las razones más importantes de este fenómeno tenemos:

·     Los países latinoamericanos debieron endeudarse para realizar ajustes en la inserción económica luego de la Segunda Guerra Mundial. Entre tanto, el alto costo de los intereses de la deuda obligó a los países latinoamericanos a endeudarse nuevamente para cumplir con los pagos de los intereses. Esto produjo un descenso evidente en el producto interno bruto.

·     Se redujo el consumo interno, lo que debilitó la inversión extranjera e hizo que los capitales nacionales salieran, originando lo que se conoció como fuga de capitales.

·     Ante la reducción en la demanda de materias primas, las exportaciones decayeron, mientras que el aumento del dólar encareció las importaciones.


Un resultado complejo

La crisis económica que caracterizó a América Latina en estos años, trajo consigo una serie de consecuencias inevitables que se harían manifiestas en el escenario político. Por un lado, se incrementó la protesta social de los sectores más pobres y marginados, quienes fueron los directamente afectados debido a la reducción del gasto social por parte de los Estados, y por otro, se cerraron los espacios políticos para la negociación de los conflictos. Los niveles de represión aumentaron y se dio el nombre de "orden público" a las manifestaciones de insatisfacción de los ciudadanos.

Política latinoamericana a partir de los años cincuenta

Si bien el crecimiento económico latinoamericano estuvo marcado por la prosperidad en algunos de sus campos económicos, principalmente en el de las exportaciones, el desarrollo político fue más complejo y variado, y estuvo claramente determinado por un alineamiento político de carácter continental, liderado por los Estados Unidos.

El crecimiento económico no significó una mejora de la calidad de vida de os trabajadores y campesinos latinoamericanos. Por el contrario, estos debieron organizarse en movimientos para la defensa de sus derechos y exigencias, pero fueron duramente reprimidos. En este contexto se produjo la aparición de las dictaduras latinoamericanas, que permitieron, por un lado, que las ideas marxistas y socialistas se difundieran rápidamente entre las clases proletarias, y por otro, que la consolidación de burguesías nacionales condujera a una postura marcadamente anticomunista y beligerante.

La instauración de regímenes militares, muchos de ellos apoyados por los norteamericanos y por las burguesías latinoamericanas, estuvo a la orden del día, y las dictaduras fueron sin duda la característica más notable de la política en estos tiempos.

Populismo y dictaduras

La represión de movimientos de carácter popular y de partidos políticos con tintes nacionalistas generó reacciones diversas. Una de ellas, el populismo, que surgió como una extraña mezcla de socialismo moderado, catolicismo ortodoxo y autoritarismo militar. La figura de Juan Domingo Perón en Argentina encarnaría esta tendencia política que tuvo en América Latina a varios seguidores de su modelo, como Getulio Vargas en Brasil e incluso Gustavo Rojas Pinilla en Colombia.

El éxito del populismo fue posible en cuanto pretendió menguar las condiciones de pobreza de las clases trabajadoras a través de una serie de políticas que buscaban más el favor popular que la solución de fondo de los conflictos sociales. De esta manera este modelo político ganó a las masas populares para sí, debilitando los procesos de formación de movimientos sociales más sólidos que buscaran reivindicaciones de carácter estructural.

Una reacción un poco diferente fue la de los militares que, apoyados por los Estados Unidos accedieron al poder mediante golpes de Estado, y desde allí implantaron regímenes autoritarios con marcado acento anticomunista, de persecución y represión de los movimientos sociales, como en los casos de Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay.

En algunos otros países, los sistemas de partidos y electorales pervivieron, como en el caso de México y Colombia, pero allí, las burguesías industriales controlaron la política a través de estrategias de represión y de disolución de los movimientos sociales a través de su cooptación. Por ejemplo, en Colombia se crearon, en la década de los años 30, dos grandes sindicatos controlados por el partido liberal y el conservador, con el fin de debilitar el movimiento sindical de izquierda. En México, por su parte, el Partido Revolucionario Institucional se apropió de las banderas sociales y la memoria de la revolución de 1910 para debilitar los movimientos políticos de izquierda.

Los años noventa: neoliberalisrno y desigualdad

La respuesta a la crisis económica de los años ochenta devino en la aplicación de políticas neoliberales, impulsadas desde Estados Unidos, y que se constituyeron en una imposición que, paulatinamente terminó por aplicarse en toda América Latina.

El modelo neoliberal proviene de una corriente radical del liberalismo económico, y es defendida por economistas que consideran que el mercado, como fenómeno humano, tiene unas leyes incontrovertibles, y que han de ser estas las que gobiernen a las sociedades humanas.

Si bien esta corriente tuvo una amplia difusión y aplicación desde los años setenta del siglo XX, su origen se encuentra en la doctrina del librecambio del siglo XIX. Los principios generales del neoliberalismo se pueden resumir como sigue:

•El mercado está regulado por leyes de oferta y demanda, que son las que deben prevalecer y gobernar la actividad económica.

•Los Estados deben asegurar y garantizar el funcionamiento de estas leyes, a través de la no intervención económica, en decir, que la economía debe ser liberada de las decisiones políticas. Para ello, uno de los principales argumentos es el de la reducción de la influencia del Estado en la esfera económica, y la disminución del tamaño del Estado, para hacerlo más eficiente y funcional.

•Se deben limitar todas aquellas trabas que no permiten que las leyes del mercado funcionen libremente, es decir, todas aquellas normas y estatutos que otorgan al Estado el control de la economía y la resolución de los conflictos laborales y económicos.

En Latinoamérica el neoliberalismo hizo presencia desde los años setenta, particularmente vinculado con regímenes políticos militaristas, como en el caso de Chile, Bolivia y Argentina, pero en los años noventa se expandiría al resto de países latinoamericanos.

Los efectos del neoliberalismo

Los efectos del neoliberalismo, en términos generales, han sido controversiales en Latinoamérica. Mientras sus defensores argumentan que ha permitido la acumulación de riqueza y la transformación económica, gracias a procesos de renovación tecnológica y de reconversión industrial, sus críticos señalan la evidente desmejora de las condiciones de vida de los trabajadores, el incremento de la pobreza, la fragilidad de las economías nacionales y una propensión al ejercicio autoritario del poder.

Uno de los puntos críticos en este debate es el que se refiere a las responsabilidades sociales del Estado frente a los ciudadanos. Para los defensores de la reducción del Estado es claro que la ineficacia y el tamaño exagerado de las empresas del Estado limitaban su capacidad de acción y de respuesta frente a las demandas de la sociedad.

Para los detractores del neoliberalismo, este hecho no significó otra cosa que la pérdida de la soberanía del Estado y de su responsabilidad social. La entrega a empresas privadas que no tienen ninguna responsabilidad sino con la generación de riqueza, fue para ellos uno de los peores errores políticos. Pero otro punto más sensible se refiere a la responsabilidad del Estado en la garantía de los derechos de los ciudadanos a servicios básicos tales como la educación y la salud.

La pobreza en América Latina

Más allá del debate sobre los efectos positivos o negativos del neoliberalismo en América Latina, se encuentra el hecho innegable de la desmejora en las condiciones sociales y de los niveles de vida de buena parte de la población, de manera especial, a partir de los años noventa.

De acuerdo con el informe de la CEPAL para el año 2008, el 33,2% de la población de América Latina vive en condición de pobreza; es decir, unos 182 millones de personas. De estos, la tercera parte, unos 60 millones, vive en condición de pobreza extrema, es decir, en la indigencia. Si bien este índice es inferior al registrado en década de los noventa, sigue siendo extremadamente alto para el total de la población, que se acerca a los 300 millones. En otras palabras, más de la mitad de los habitantes de América Latina es pobre.


De acuerdo con el informe anterior, los países más pobres de Latinoamérica son Haití, Honduras, Nicaragua, Bolivia y Paraguay y los menos pobres son México, Brasil y Chile. Sin embargo, estos datos no son del todo exactos, pues el 40% de la población latinoamericana que es extremadamente pobre vive en Brasil (15 millones) yen México (más de 5 millones que viven con menos de un dólar al día).

Si bien, en estos últimos cinco años la cantidad de pobres en la región disminuyó 9,9%, es decir, hay 37 millones de pobres menos, y la pobreza extrema decreció un 6,8% (29 millones de indigentes menos), la desigualdad sigue siendo el principal problema: el 10% de los más ricos ganan más de 17 veces lo que gana el 40% de los hogares más pobres.

El panorama para el futuro inmediato, sin embargo, no es nada halagüeño. La crisis económica que se ha abatido sobre los Estados Unidos y otras partes del mundo, ya empieza a golpear a algunos países de América Latina, lo que significa que a pesar de os altos índices de pobreza, esta es susceptible de seguir avanzando.

Tratados de libre comercio: economía y globalización

A partir de los años noventa el proceso de globalización de la economía condujo a priorizar el establecimiento de tratados económicos multilaterales entre los distintos Estados. La conformación de Unión Europea presionó a las demás regiones del mundo a establecer este tipo de tratados.

En los primeros años de la década de los noventa se firmó el tratado entre México, Canadá y los Estados Unidos, conocido como NAFTA. En 1994, cuando debía entrar en vigencia, una guerrilla indígena mexicana emergió a la luz pública, denunciando el estado de abandono en el que se encontraba el sur del país. Mientras México se aprestaba a ingresar al círculo de países desarrollados, las denuncias mostraban una cara opuesta: la miseria, el hambre, la violencia y el abandono de una de las regiones más ricas del país, señalaban que el modelo económico mexicano estaba en crisis.

A partir del año 2000, la mayoría de países latinoamericanos establecieron una agenda cuya prioridad fue la firma de tratados de libre comercio con Estados Unidos. Algunos de estos tratados fueron ratificados, sin embargo, muchos otros fracasaron por razones diversas, entre otras, la presión política ante la inequidad de los acuerdos, o por la presión de sectores políticos respecto a problemas con derechos humanos.

Mercosur, o la emergencia de una alternativa económica

La llegada al poder de la izquierda en Argentina, Venezuela, Brasil, Bolivia, Paraguay, Ecuador y Uruguay, en los primeros años del segundo milenio, condujo a una redefinición en los términos de los acuerdos económicos. En abierto desafío a las políticas norteamericanas del presidente Bush, estas naciones decidieron establecer un acuerdo entre los países latinoamericanos que permitiera hacer contrapeso a los tratados antes firmados.

El propósito fundamental del Mercosur ha sido el de ampliar las posibilidades del intercambio de bienes y de servicios, la libre circulación de ciudadanos, el establecimiento de acuerdos multilaterales de seguridad y la coordinación de políticas macroeconómicas entre los países.

La idea de crear una alternativa al TLC ofrecido por los Estados Unidos ha generado expectativas entre muchos de los países miembros, pues las condiciones de crecimiento económico no son tan claras. Estos países comparten altos índices de pobreza y el consumo, que es uno de los elementos fundamentales de las condiciones de mercado, no se encuentra garantizado. Otro asunto se refiere a las directrices políticas, pues a pesar de cierta afinidad entre los estados miembros, es clara la presencia de serias diferencias en temas como la política internacional Mercosur encarna para muchos, un reto que puede ser interesante en el mediano plazo, si se le ve como un paso importante en la idea de la unidad latinoamericana. Sus defensores señalan que si la Unión Europea, luego de sufrir dos sangrientas guerras entre sus Estados miembros pudo superar sus diferencias, en América Latina esto ha de ser mucho más fácil. Solo el tiempo dirá si el optimismo de estas aseveraciones es justificado.

Democracia y reformas en América Latina

A partir de la década de los años noventa, se consolidó la presencia de gobiernos democráticos en la región, donde prácticamente todos los países latinoamericanos contaban con gobiernos de carácter democrático y elegidos a través de las urnas. Esta situación contrastaba con la década inmediatamente anterior, cuando fueron pocos los países que escaparon de las dictaduras militares y de los gobiernos totalitarios, amparados por políticas continentales.

La consolidación de la democracia en los últimos años ha marcado un cambio importante en la manera de entender a Latinoamérica en el presente. Luego de cerca de cincuenta años de indeclinables posturas liberales de derecha, buena parte del continente ha girado hacia gobiernos de izquierda, de carácter popular y nacionalista. Este nuevo escenario ha significado cambios drásticos en las relaciones globales de Latinoamérica frente a los Estados Unidos, y en las relaciones entre los Estados mismos.

El desafío de la izquierda

La creciente influencia de políticas económicas de orden nacionalista, y en cierta medida proteccionistas, son resultado de los fracasos de los modelos neoliberales impuestos en años anteriores, que minaron profundamente la fortaleza de las estructuras de los Estados. No obstante, estos procesos se constituyen en una dura prueba para la izquierda latinoamericana que, salvo la experiencia de Cuba desde 1959 y luego de Nicaragua entre 1979 y 1988, sin contar con el fugaz gobierno de Salvador Allende, nunca ha gobernado exclusivamente desde las urnas y con el voto popular.

Este desafío se manifiesta aún más exigente por cuanto la izquierda ha abogado por la aplicación de reformas de carácter social, que en muchas ocasiones llegaron a ser consideradas radicales y peligrosas para una economía de mercado.

La pregunta fundamental en la actualidad es si estos gobiernos de izquierda radicalizarán sus posiciones hacia un socialismo de Estado, muchas veces defendido, o se mantendrán más cercanas a la socialdemocracia.

Reacción al neoliberalismo: Reformas sociales giro a la izquierda

A partir del año 2000, el panorama político en América Latina empezó a transformarse radicalmente. La difícil situación económica y el debilitamiento de las estructuras del Estado condujeron a la emergencia de movimientos de izquierda y de centro izquierda que han ido copando el panorama político.

Esta situación ha generado una transformación en las relaciones económicas latinoamericanas hacia el exterior, y el afianzamiento de movimientos de carácter nacionalista y popular. 


Taller: 
  • Hacer la lectura de la unidad.
  • Elaborar, a partir del cuadro de temas, los mapas conceptuales correspondientes a cada tema. 

Recursos:
Mapas conceptuales, diagramas, croquis, esquemas...
CmapTools es una herramienta para confeccionar esquemas conceptuales. El objetivo del CmapTools consiste en presentar gráficamente conceptos teóricos. 

jueves, 31 de enero de 2013

NACIONALISMO Y CONFLICTO


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Nota: Este documento es utilizado, exclusivamente, como texto escolar de consulta. El objetivo es facilitar el acceso a la información y garantizar los procesos de aprendizaje.




El nacionalismo: un fenómeno del que todos participamos

El nacionalismo puede entenderse como un concepto de identidad experimentado colectivamente por miembros de un gobierno, de una nación, o de un territorio en particular. Los nacionalistas se esfuerzan en sustentar una nación basada en conceptos que les den legitimidad política.
  

Los primeros precedentes del nacionalismo comenzaron a aparecer en el siglo XVIII, pues hasta ese momento, la idea de nación, tal y como se concibe en la actualidad, no se había formulado. Hasta ese momento, las identidades colectivas basadas en la religión o en ser súbditos de un mismo rey, prevalecían sobre las étnicas. A partir de la Revolución francesa se comenzó a utilizar el término nación como sinónimo de ciudadano, es decir, la nación ya no estaba personificada en la figura del monarca, la nación la conformaban los ciudadanos. 

¿Qué es nacionalismo?

El nacionalismo es una ideología que se formó durante la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del siglo XIX, período durante el cual estallaron las revoluciones burguesas en Europa.

El contexto fue el siguiente: después de la derrota de Napoléon, las monarquías francesas reconstruyeron el mapa político de Europa lo cual hicieron contra las nacionalidades y las ideas liberales. A este proceso se le llamó la Restauración y se caracterizó por defender a las casas reales, a la Iglesia católica y por ser un movimiento reaccionario.

Contra la Restauración reaccionaron diferentes movimientos nacionalistas de corte liberal. Estos movimientos introdujeron y defendieron la noción de soberanía nacional, la limitación de las facultades de los reyes, las libertades de los individuos, la división de los poderes -legislativo, ejecutivo y judicial- e hicieron depender la libertad de la voluntad del pueblo. De esta forma, los nacionalismos liberales destruyeron el orden instaurado por las monarquías y se constituyeron en la ideología de las revoluciones burguesas.

Por otra parte, estas revoluciones buscaban, entre otros aspectos, que los habitantes de una región se identificaran y diferenciaran por ser miembros de una nación antes que por ser parte de una monarquía o reino.

Cuando los habitantes de una región hacen parte de una nación constituyen una comunidad política, la cual se caracteriza por tener:

Un pasado histórico común. Entre más antiguo y continuo sea este pasado mucho mejor. Para los nacionalismos son importantes los grandes hechos del pasado.

Una lengua común y propia que los diferencia de sus vecinos.

Un territorio común en el cual los habitantes tienen una estrecha relación. Este territorio tiene una continuidad geográfica, es decir, los habitantes identifican con claridad sus fronteras.

El territorio está unido a otras dos características que dependen de él:

Raza. En algunos nacionalismos la raza es factor determinante. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial el nacionalismo alemán reclamó la pureza de la raza aria, que significaba que quienes eran miembros de la raza alemana eran superiores a los de otros lugares.

Religión. Igual que la raza, la religión es un factor determinante de algunos nacionalismos. Es decir, los habitantes de una nación se definen e identifican por ser católicos, protestantes, musulmanes, judíos o budistas, por citar algunos ejemplos.

El nacionalismo se presenta cuando un grupo de personas o líderes de una comunidad social promueven la defensa de una o varias de las características anteriores como elementos exclusivos y superiores de su nación en contra de otras.

Es normal que entre los pueblos y las naciones exista diversidad, lo cual se explica porque tienen historias, tradiciones, lenguas o creencias distintas. Sin embargo, muchas veces los nacionalismos hacen de la diferencia entre naciones una forma de jerarquización social, política y cultural que niega la importancia de la diversidad. 

Clases de nacionalismo

En algunas ocasiones el nacionalismo tiene expresiones extremas que implican rechazar a toda persona que no pertenece a una determinada cultura. Esto significa dar paso a la intolerancia contra el que es diferente, hasta el punto de declarar guerras para dominar a los que no pertenecen a una nación determinada.

Los extremos de los nacionalismos han implicado para la humanidad innumerables pérdidas en vidas humanas y bienes materiales.

Para aclarar este punto es importante que veamos algunos tipos de nacionalismos que se presentan en la actualidad.

Centralista. Esta clase de nacionalismo intenta reunir en un Estado-Nación todos los grupos sociales, étnico s, políticos, culturales, religiosos. Para lograr lo anterior emplea la fuerza, la coerción, el engaño. Con ello, elimina las peculiaridades o niega las minorías nacionales.

Separatista. Este nacionalismo responde al centralista promoviendo la separación del Estado-nacional de aquellos grupos minoritarios que ocupan un territorio. La razón que presentan los separatistas es que los estados nacionales no reconocen sus derechos, entre ellos, el de la libre autodeterminación.

Por voluntad. Defiende la idea de que uno es de la nación que quiere ser. Por ejemplo, si alguien quiere ser estadounidense vive en Estados Unidos, asimila la cultura de ese país y adquiere la nacionalidad.

Exclusivista. Contrario al nacionalismo anterior, este promueve la idea de que los nacionales de un Estado lo son por herencia, porque tiene antepasados de dicha nación.

Imperialista. Este nacionalismo lo practican aquellas naciones que por su poder militar y tecnológico dominan otros pueblos o naciones. Cuando esto sucede, en los habitantes del imperio dominante se fomentan ideas de superioridad sobre las naciones dominadas. A su vez, en las regiones dominadas los habitantes tienden a ver a los dominantes como mejores.

Independiente. Se opone a que un imperio domine regiones o pueblos. Para luchar contra el imperio se crean movimientos anticolonialistas, antiimperialistas, independentistas que buscan que el dominio del imperio termine.

De Estado. Es aquel que promueve la defensa y pervivencia de un conjunto de valores, tradiciones y prácticas propias de un Estado-nación.

Pannacionalismo. Este tipo de nacionalismo implica que diferentes Estados-nación que comparten religión, cultura y raza impulsen y fomenten la defensa de estos elementos en un territorio o región determinada.
Nacionalismo y conflictos bélicos

Hemos visto cómo los nacionalismos han llevado la acentuación de las diferencias entre dos o más naciones. A partir de esto, una nación reclama su legítimo derecho a ejercer dominio sobre otros porque se considera a sí mismo superior. De esta forma, los nacionalismos han terminado por justificar la violencia como mecanismo para imponer las ideas y creencias. Tal fue el caso de las dos guerras mundiales.

Primera Guerra Mundial

Durante los primeros años del siglo XX los Estados-nación que se formaron durante el siglo XIX competían entre sí por el dominio de Europa. A este conflicto, por la supremacía de un Estado-nación, se sumó el que muchos pueblos que no se sentían incluidos en ellos intentaron conformar sus propios Estados-nación.

Tal el caso de los serbios que, apoyados por Rusia, intentaron conformar su propio Estado-nación, acción que fue repelida por el Imperio austro-húngaro que sentía peligrar su hegemonía en Europa. Luego del asesinato del archiduque austro-húngaro Francisco Fernando, en junio de 1914 a manos de un activista bosnio, Austria, respaldada por Alemania, declaró el 28 de julio la guerra a Serbia. Al día siguiente, Rusia, que apoyaba a Serbia, ordenó la movilización de sus tropas contra el Imperio austro-húngaro. Tres días después, Alemania declaró la guerra a Rusia y, en respuesta, Francia declaró la guerra a Alemania.

A los nacionalismos se sumó la competencia entre países por intereses comerciales y coloniales. Recordemos que durante los primeros años del siglo XX las potencias europeas se disputaban el dominio sobre África y Asia. Esta situación llevó a la formación de dos bandos: la Triple Alianza (conformada por Alemania, Austria-Hungría, Turquía y Bulgaria) y la Triple Entente (conformada por Francia, Reino Unido, Rusia, Serbia, Bélgica, Italia, Rumania, Estados Unidos y Grecia) que, entre 1914-1918, protagonizaron la Gran Guerra o Primera Guerra Mundial.

El fin de la guerra fue a su vez el fin de las dinastías reinantes en Turquía, Rusia, Austria y Alemania.

Por otro lado, diferentes movimientos nacionales impulsaron la formación de nuevos países. Tal fue el caso de Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Checoslovaquia, el Reino de los Serbios, los Croatas y los Eslovenos (posteriormente Yugoslavia) y Hungría. Además, algunos países ampliaron sus fronteras como Rumania, por ejemplo.

La Primera Guerra Mundial, antes que acabar con los nacionalismos los incrementó, dando lugar a versiones extremas como el fascismo y el nacionalsocialismo, movimientos que impulsaron y alentaron la Segunda Guerra Mundial.


Ideologías nacionalistas

¿Qué es el fascismo?

Este movimiento político, económico y social de carácter nacionalista, liderado por
Benito Mussolini, proclama al Estado como la unidad suprema. La ideología fascista se apoya en el militarismo, demanda obediencia ciega de las masas a sus jefes, se opone al parlamentarismo, al comunismo, al internacionalismo y a los logros de la democracia tales como los derechos individuales, el progreso, el bienestar, la comodidad y la resolución de problemas sociales por vías pacíficas. La alternativa frente al pluralismo democrático es el totalitarismo político que implica callar y aniquilar a la oposición.

Otra característica del fascismo es su pretensión de ser poseedor de la verdad, la cual defiende por medio de una infraestructura de propaganda que incluye apropiación de los medios de comunicación, la manipulación del sistema educativo y la movilización de la juventud. Este tipo de ideología lleva a un nacionalismo agresivo contra otras naciones o personas que no comparten sus ideas, a una economía autárquica, es decir, encerrada en la nación, y al desarrollo de un imperialismo colonialista.

¿Qué es el nacionalsocialismo?

Este movimiento liderado por Adolfo Hitler promulgó la construcción del Estado totalitario a través del cual persiguió y sometió a comunistas, judíos, demócratas y a cualquier persona que se opusiera al régimen. El nacional socialismo abolió la Constitución alemana, prohibió todos los partidos políticos y las huelgas. Los sindicatos se sometieron a una organización central, dirigida por representantes de grandes empresarios. Este tipo de Estado tenía una policía estatal denominada Gestapo, cuyos agentes persiguieron a políticos liberales y opositores para conducirlos a campos de concentración. El Estado totalitario otorgaba facultades para crear tribunales populares que juzgaban a los "traidores" y ordenaban la persecución de los judíos. En el plano económico, el nacionalsocialismo favoreció la reactivación de la producción de armamentos, la conformación de un ejército numeroso y la construcción de obras de importancia estratégica.

Para enfrentar la crisis mundial de 1929, Alemania impulsó medidas para que su economía produjera por sí misma las materias primas y la energía necesarias para la industria; para lograrlo, este régimen:
  • Reestructuró el aparato productivo orientándolo hacia la industria bélica.
  • Otorgó parcelas de 125 hectáreas cada una a los campesinos sin tierras con el propósito de aumentar la producción agrícola y crear una clase de pequeños propietarios adictos al régimen.
  • Promovió la formación de monopolios económicos que deberían tener un capital superior al medio millón de marcos.
  • Emprendió la construcción de grandes obras públicas para reducir el desempleo.
  • Promovió el desarrollo de la industria automotriz. 

El partido nacionalsocialista nazi y el fascismo aprovecharon muy bien la situación de inconformidad que existía en Alemania e Italia. Por ello, promovieron el anticomunismo y el antisemitismo entre la población que más sufrió las consecuencias de la guerra: campesinos y clase media urbana compuesta por pequeños comerciantes, artesanos y empleados. Conformaron partidos con una rígida disciplina que atacaban espacios y grupos que les eran contrarios. Además, el nacionalsocialismo promovió sus ideas por medio de campañas de propaganda en los medios.
Segunda Guerra Mundial

La Segunda Guerra Mundial se desarrolló entre 1939 y 1945 Y enfrentó dos grupos: los Aliados integrados por Francia, el Reino Unido, Estados Unidos, la Unión Soviética y China contra las potencias del Eje, lideradas por Alemania, Italia y Japón.

La semilla del conflicto: el nacionalismo

Uno de los principales factores que impulsaron el conflicto de la Segunda Guerra Mundial fue el sentimiento de frustración del pueblo alemán, que después de la Primera Guerra Mundial, se vio aislado a partir de los acuerdos dados en el Tratado de Versalles. Su economía estaba en crisis dado el pago de indemnizaciones venidas de la Primera Guerra y a ello se sumó la crisis financiera de 1929. En este contexto, se produjo el ascenso al poder del Partido Obrero Nacional Socialista, que intentaba recuperar el sitio y hegemonía de Alemania en el escenario mundial. Este movimiento nacionalista y totalitario reivindicaba la pureza de la raza aria, el resentimiento contra los judíos y el odio a la República de Weimar.

De manera semejante, el sentimiento nacionalista jugó un papel determinante en el fascismo italiano que vio en la guerra una oportunidad inapreciable para recuperar el antiguo esplendor del Imperio romano. Otro tanto se dio con el Japón, en donde el nacionalismo, en el sentido del deber y el honor debido al emperador, se constituyó en una poderosa motivación para entrar a la guerra.

La Segunda Guerra Mundial produjo innumerables pérdidas en vidas humanas. En total se calculan 55 millones, 25 millones de los cuales eran militares y el resto civiles, sin contar 6 millones de judíos asesinados en el Holocausto ocasionado por los nazis. Pero esto es solo una estimación aproximada, pues las destrucciones de registros civiles por bombardeos aéreos, la confusión provocada por los traslados de población, que imposibilita distinguir entre fallecidos y desaparecidos, y la pérdida de la documentación han impedido un mayor acercamiento a la cifra real de los muertos.

Los nacionalismos de posguerra

El imperialismo europeo en África y Asia, que provenía del siglo XIX, se sustentó en la idea de la superioridad de los blancos y en la necesidad de explotar económicamente a las colonias. La situación cambió después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se inició un gran movimiento independentista llamado "descolonización':

Este movimiento tuvo tres momentos.
  • Primeros pasos (1945-1955). Durante estos años, las antiguas colonias europeas en el Cercano Oriente y en la India iniciaron su independencia de las metrópolis. 
  • Conferencia de Bandung, Indonesia (1945-1975). En ella, los países del "Tercer Mundo" reclamaron su propio espacio en la geopolítica, frente a los bloques capitalista y comunista.
  • Descolonización del África Austral, África Central y Oceanía entre 1975- 1996.
El origen de los movimientos de descolonización

Las principales causas de los movimientos de descolonización fueron:
  • La pérdida de credibilidad en el modelo político y económico de las potencias europeas, y por su responsabilidad en las guerras mundiales.
  • El apoyo de Estados Unidos al derecho de la libre autodeterminación de los pueblos. Esto presionó a países como Inglaterra para acelerar la independencia de sus colonias.
  • El afianzamiento de movimientos antioccidentales y de carácter nacional que lograron en poco tiempo apoyo entre la población. Tal fue el caso del Asiatismo, Arabismo-islamismo, Negritud, Panislamismo y Panafricanismo.
Una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, movimientos nacionalistas de las colonias de Asia oriental impulsaron la independencia de los imperios británico, francés y holandés. Producto de lo anterior, se formaron Estados- nación como India, Pakistán, Sri Lanka, etc., antiguas colonias británicas. También se constituyeron como Estados-nación Indonesia y Filipinas, antes colonias de Holanda y España, respectivamente. A mediados del siglo XX, en África y Medio Oriente también se conformaron nuevos Estados-nacionales: Israel, Marruecos, Túnez, Libia, Sudán, Egipto, Siria e Irak lograron la independencia de sus metrópolis. Precisamente el conflicto entre el Estado de Israel y la Autoridad Palestina es herencia de la conformación de un Estado y la negación de otro.

Durante la última década del siglo XX, hubo un fuerte movimiento nacionalista por la desintegración de la Unión Soviética que, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, estableció en Europa Oriental un férreo control sobre todo lo que se opusiera al comunismo. Este dominio subyugó diferentes nacionalismos, como el de los eslavos, que fue sometido al control comunista. La desmembración de la Unión Soviética sacó a flote estos nacionalismos y con ello, los Estados de la denominada Cortina de Hierro dieron origen a otros nuevos.
El conflicto árabe-israelí

En 1947 las Naciones Unidas dividió el territorio británico ubicado en Medio Oriente en dos pueblos: palestinos e israelíes. Esta división se conoce como el Plan de Partición. Un año después se fundó el Estado de Israel en el corazón del mundo árabe. Este hecho dio origen a un prolongado conflicto que pervive hasta nuestros días, en el cual se cruzan facetas del nacionalismo: raza, religión, defensa violenta de territorios, entre otros. Se trata del conflicto árabe-israelí.

Básicamente el conflicto entre palestino s e israelíes es por territorio. Los acuerdos de paz de 1967, 1993 y el propio Plan de Partición de 1947, en los cuales se delimitaron las fronteras de uno y otro Estado, fracasaron porque en ocasiones lo aceptaba una de las dos partes en tanto la otra lo rechazaba.

Mediante los acuerdos de Oslo, en 1993, se logró que la Organización para la Liberación de Palestina, OLP, reconociera al Estado de Israel. Aún así, y a pesar de innumerables intentos, al día de hoy no se ha podido lograr la paz entre palestinos e israelíes.

El conflicto palestina-israelí involucra a toda la región y a las potencias occidentales. Hasta el momento Israel cuenta con el apoyo de los Estados Unidos, en tanto los palestinos tienen el respaldo de algunos países árabes y musulmanes, especialmente Siria e Irán.

Este conflicto ha implicado siete guerras entre el Estado de Israel y los países árabes, además de dos Intifadas o levantamientos de la población palestina, situaciones que han ocasionado miles de muertos y destrucción de edificios públicos y privados, fábricas y escuelas.

Aspectos claves del conflicto árabe-israelí

Organización para la Liberación de Palestina, OLP. Fue fundada en 1964 por líderes de los principales movimientos nacionalistas palestinos: Al Fatah y los Frentes Popular y Democrático para la liberación de Palestina. Su máximo líder fue Yaser Arafat. En 1974, fue reconocida por la Organización de las Naciones Unidas y la Liga Árabe como "Único Representante del Pueblo Palestina", que suma, en todo el mundo, alrededor de nueve millones de personas.

Autoridad Nacional Palestina. Es la forma de gobierno autónomo reconocida en los tratados de Oslo (1993) entre Israel y la OLP, para Cisjordania y la Franja de Gaza.

Hamas. Es un movimiento nacionalista islámico que se fundó en 1987. Se opone a los acuerdos de Oslo, no reconoce al Estado de Israel y busca la creación de un Estado islámico que incluya el actual Estado de Israel.

Territorios Palestinos. Son dos espacios de tierra (Cisjordania y Franja de Gaza), en el cual habita población palestina y que, a partir de los acuerdos de Oslo (1993), son administrados por la Autoridad Nacional Palestina. Estos territorios fueron ocupados en la guerra árabe-israelí de 1948 por los países árabes (Siria, Jordania y Egipto) y durante la Guerra de los Seis Días (1967), por Israel.

Los nacionalismos del siglo XXI

El nacionalismo fue inspirado por el liberalismo del siglo XIX. Consistió en una corriente política y social surgida de la Ilustración y ligada a la burguesía industrial, que defendía la libertad individual dentro de un modelo de Estado que garantizara
y administrara los derechos y deberes de los ciudadanos sin interferir en la vida económica y social. De otra parte, impulsó la formación de los Estados-nacionales bajo las ideas de nación, pueblo y Estado.

No obstante, el triunfo del movimiento liberal fue a medias pues aunque se formaron Estados-nacionales, otras regiones de Europa y Asia continuaron bajo el dominio de imperios de carácter monárquico, como en el caso del Imperio austro-húngaro. En este contexto muchos movimientos nacionalistas, especialmente de los Balcanes, continuaron sus luchas. De tal manera que Europa, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, era una región que se mantenía con base en pactos diplomáticos que, sin embargo, no resolvieron los innumerables conflictos.

Las guerras mundiales fueron la expresión de muchos intereses, pero uno de gran importancia se relacionaba con las luchas nacionalistas que fueron apoyadas por unas potencias y contrarrestadas por otras.

Nacionalismos y Guerra Fría

En el contexto de la Guerra Fría, que como se ha visto, consistió en la tensión política que surgió tras la Segunda Guerra Mundial entre EE.UU. y sus aliados, integrados en la OTAN, y la URSS y los suyos, integrados en el Pacto de Varsovia, se desarrolló una nueva generación de nacionalismos, la cual correspondió con el movimiento de descolonización de África, Asia y Medto Oriente.

Estos movimientos nacionalistas y antioccidentales fueron apoyados en sus inicios por algunas potencias como Estados Unidos. La pretensión era independizarse para mejorar las condiciones de vida de los habitantes. Sin embargo, no fue así. Una vez independientes, parte de los nuevos países de África y Asia se consolidaron dictaduras que agregaron al nacionalismo el componente étnico; es decir, los conflictos ahora fueron por raza o por religión.

El afianzamiento de estos movimientos nacionalistas fue causa de innumerables conflictos y genocidio s étnicos. Esta nueva versión de nacionalismos, especialmente de África, constituye una vergüenza para la humanidad, por la constante violación de los derechos humanos y por la continua agresión a la que fue sometida la población.

Entre los años 1945-1960, en los países del Tercer Mundo también se impulsó el desarrollismo, modelo económico que invitaba a los países pobres a alcanzar a los países desarrollados. El desarrollismo fue el discurso político-económico de muchos dirigentes políticos de América Latina, Asia y África para superar la pobreza.

El desarrollismo combinado con nacionalismo produjo en muchos países del Tercer Mundo regímenes populistas que quebraron economías y dejaron a la población en condiciones cada vez peores. Los populismos de derecha e izquierda combinaron discursos nacionalistas con políticas económicas que pretendían favorecer al pueblo a costa de desajustar las economías, lo que fomentó la corrupción y dio lugar al surgimiento de caudillos.

En los años noventa, una nueva versión de nacionalismo surgió en el mundo. Esta versión se caracterizó por oponer grupos de países con civilizaciones determinadas.

Este fenómeno, también llamado "el choque de civilizaciones" revivió la lucha entre el cristianismo de Occidente y el islamismo de Oriente.

África: la inaudita crueldad de los nacionalismos

Los habitantes de países como Ruanda y el Congo, en África, han experimentado en los últimos años los extremos de los nacionalismos.

Ruanda es un pequeño país que comparte fronteras con Uganda, Tanzania, la República Democrática del Congo y Burundi. De sus ocho millones de habitantes, el 85% pertenecen a la etnia hutu y el resto a la etnia tutsi. Estas dos etnias existen por lo menos desde el siglo IV antes de nuestra era, época en la cual los hutu se reconocían como agricultores y los tutsi como ganaderos.

Las rivalidades entre los dos grupos han sido constantes

Después de la independencia de Bélgica, en 1961, los hutu se hicieron con el poder. Muchos tutsis fueron exiliado s en los países vecinos y desde ahí conformaron el Frente Patriótico Ruandés que atacó constantemente a los hutus, provocando numerosas muertes.

Al inicio de la década de 1990, la situación económica de Ruanda empeoró y los tutsis exiliados presionaron en el escenario internacional para que se solucionara su situación. Durante 1994, el avión en el que viajaba el presidente de Ruanda fue derribado, situación que desencadenó una persecución de las Fuerzas Armadas Ruandesas contra sus enemigos políticos y étnicos: los tutsi. En 100 días, el conflicto ocasionó más de 800.000 víctimas, la mayoría de las cuales fue masacrada violentamente.

Muchos tutsi huyeron en busca de refugio y protección en campos de refugiados instalados en países vecinos. El país que más recibió refugiados fue la República del Congo (antes Zaire). Un año después los refugiados fueron expulsados por las tropas de Zaire. Algunos regresaron a Ruanda y otros se ocultaron en las montañas. Nuevamente, se produjo una ola de genocidios, que ninguna autoridad nacional o internacional controló.

Las investigaciones hechas por organismos internacionales y periodistas aclararon que los genocidios no fueron consecuencia del odio entre tribus rivales. Por el contrario, se estableció que fracciones extremas de hutus promovieron, armaron y dirigieron masacres sistemáticas contra los tutsi y contra hutus moderados. Es decir, los genocidios tuvieron un componente étnico y político. Por otra parte, miembros del Frente Patriótico Ruandés, FPR, integrado en su mayoría por miembros de la etnia tutsi, masacraron a hutus.

La ONU integró un Tribunal Internacional para Ruanda que sentenció en 2008 a cadena perpetua al ex coronel Theoneste Bagasora por instigar el genocidio de 1994, que le costó la vida a casi un millón de personas. Situación similar a la de Ruanda viven otros países de África en los cuales los gobernantes se han perpetuado en el poder, y han hecho que la oposición se arme e inicie sangrientas guerras civiles. Tal el caso de República Democrática de Congo, Togo, Gabón, Guinea Ecuatorial y Zimbabue. 

El choque entre civilizaciones

Después de la desintegración de la Unión Soviética, algunos pensadores sociales, como Samuel Huntington, difundieron una teoría según la cual el enfrentamiento entre el mundo islámico y el judeocristiano de occidente marcaría la historia de la humanidad.

De acuerdo con estos pensadores sociales, los atentados del 11 de septiembre de 2001 confirmaron esta teoría. En otras palabras, la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York representaba la declaración de guerra del Islam al mundo occidental, el cual equivale a los Estados Unidos.

De acuerdo con esta teoría del choque de civilizaciones, el mundo occidental es democrático, libre y próspero; en tanto, la civilización árabe-islámica es antidemocrática, antimoderna y bárbara. En otras palabras, Estados Unidos y occidente son la punta del progreso, en tanto que el mundo árabe-islámico representa el atraso.

La situación política y económica de algunos países árabes, el conflicto palestino-israelí, los diferentes actos terroristas provocados por extremistas indican que el choque de civilizaciones es una interpretación apropiada de lo que está pasando hoy.

De acuerdo con esta teoría, el tipo de batallas también cambió. Mientras durante las guerras mundiales las batallas involucraban ejércitos que se enfrentaron en tierra, aire y mar, en el choque de civilizaciones las batallas son entre una potencia y un terrorismo que no tiene Estado y que puede actuar en cualquier parte del mundo. Así la democracia lucha contra el caos representado por el mundo árabe-islámico.

Nacionalismo supranacional

Como los nacionalismos que hemos visto, en la teoría del choque de civilizaciones, Occidente alaba las virtudes propias y rechaza los que considera errores de los árabes-islámicos. Es una forma de discriminación, no ya en el plano nacional o regional, sino en el plano mundial. De esta manera se divide el mundo en dos tipos de civilizaciones: la buena y la mala.

A Occidente, el mundo civilizado, le está permitido enfrentar por todos los medios la amenaza del "mundo bárbaro", al cual se relaciona con el terrorismo. Ello explica' desde la perspectiva de esta teoría, las invasiones a países del Medio Oriente, los bombardeos de lugares en los cuales se sospecha hay terroristas; también, justifica la tortura y la violación de los derechos fundamentales de personas sospechosas de comulgar con el mundo islámico.

Para los críticos de la teoría del choque de civilizaciones, esta sobrevalora los valores de Occidente frente a los de los árabes-islámicos. 'Además, parte de ciertos supuestos de acuerdo con los cuales los Estados árabes-islámicos son atrasados, antidemocráticos y bárbaros, lo cual no corresponde con la realidad, pues en los países árabes-islámicos hay desarrollo y democracia como en los Estados de Occidente.

Otros críticos consideran que la teoría del choque de civilizaciones intentó remplazar las ideas políticas que orientaron la Guerra Fría y justificar las guerras por el petróleo en Medio Oriente.

Otra forma de fortalecer esta percepción se presenta al privilegiarse, sobre otros graves conflictos que se dan en el mundo, hechos como los atentados del 11 de septiembre y el conflicto árabe-israelí.Nacionalismo e identidad nacional

Lo señalado anteriormente sobre los extremos de los nacionalismos no quiere decir que los habitantes de un país no deban sentirse nacionalistas en el buen sentido de la palabra. Identificarse con un país, su cultura, sus símbolos, su comida, su naturaleza o sus diferentes grupos sociales es una actitud nacional válida.

El nacionalismo extremo consiste en creer que la nación a la que pertenecemos es la única y que dentro de ella todos deben aceptar solo una cultura, religión o tradiciones.

El caso de Colombia

En el caso de Colombia, la Constitución Política reconoce y protege la diversidad étnica y cultural. Por este motivo los diferentes grupos étnicos tienen derechos, así como deberes, que se reconocen en la Carta Magna.

Veamos de manera general los grupos étnicos de nuestro país.

Población indígena. De acuerdo con el censo general de 2005, Colombia cuenta con más de 87 pueblos indígenas, los cuales hablan más de 64 idiomas y cerca de 300 formas dialectales. El número de indígenas en Colombia supera los 700 mil, y viven en los diferentes departamentos que integran el país.

Los pueblos indígenas cuentan con organizaciones que los representan como la Organización Indígena Nacional de Colombia, ONIC, y organizaciones locales como el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC.

Población afrocolombiana. Existen cuatro grupos importantes de población afrocolombiana o negra en nuestro país: la del Pacífico, los raizales del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, la comunidad de San Basilio de Palenque y la población que reside en los diversos municipios del país.

Las comunidades afrocolombianas aportan al país elementos que enriquecen la cultura nacional. Por ejemplo, en el plano cultural: la música, las celebraciones religiosas, la comida. La historia de Colombia y, en general, de América Latina debe mucho a los pueblos indígenas y afrocolombianos. Así como los indígenas son diversos, los afrocolombianos también. Por ejemplo, los afrocolombianos del Archipiélago y los de San Palenque de Basilio, hablan idiomas diferentes al castellano.

Pueblos rom o gitanos. Son comunidades étnicas que comparten un origen común y una larga tradición nómadas lo que hace que adopten diversas formas de itinerancia. La organización social de los rom se sustenta en la edad y el sexo. Viven en unidades de corresidencia y cocirculación que facilitan su movilidad espacial en los sectores urbanos. Estas unidades reciben el nombre de kumpanias.


Taller: 
  • Hacer la lectura de la unidad.
  • Elaborar, a partir del cuadro de temas, los mapas conceptuales correspondientes a cada tema. 

Recursos:


Mapas conceptuales, diagramas, croquis, esquemas...

CmapTools es una herramienta para confeccionar esquemas conceptuales. El objetivo del CmapTools consiste en presentar gráficamente conceptos teóricos. 
http://cmaptools.softonic.com/descargar


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